Los discursos de las jóvenes no apuntan hacia una transformación de las relaciones de género

Un estudio de la Universidad Internacional de La Rioja analiza conversaciones sobre relaciones sexuales o afectivas con hombres en dos grupos de amigas veinteañeras. Los datos obtenidos muestran cómo se construyen dos modelos diferentes de feminidad heterosexual entre las jóvenes y plantean los problemas que ambos pueden suponer para el logro de unas relaciones heterosexuales plenamente igualitarias.


El artículo se presenta desde una aproximación discursiva, centrada en el análisis de datos conversacionales, que fueron grabados en audio en situaciones naturales de comunicación a través de la observación participante. Aunque las dos conversaciones analizadas confirman una visión más abierta y flexible de las relaciones heterosexuales entre la gente joven, en la que se acepta el sexo sin compromiso como señal de libertad, los resultados también revelan formas muy diferentes de abordar la cuestión según el grupo. En uno de ellos, las participantes expresan el deseo de que la relación informal que ha iniciado una de ellas evolucione hasta formalizarse, produciendo un discurso centrado en los sentimientos, en la confianza y en ganarse el afecto del otro; en el otro, en cambio, las jóvenes celebran la diversión de los encuentros informales, parodian los ideales románticos y hablan en términos estrictamente sexuales de la relación que una de ellas podría establecer con un chico.

 

Los datos no parecen apuntar hacia una transformación profunda de las relaciones de género./ Joseph Pearson / Unsplash
Los datos no parecen apuntar hacia una transformación profunda de las relaciones de género./ Joseph Pearson / Unsplash

 

De este modo, la investigadora Virginia Acuña concluye que las integrantes de un grupo construyen una feminidad juvenil que reproduce ciertas posturas clásicas en este terreno, en la medida en que abordan este tipo de relaciones como una oportunidad de conseguir pareja, mientras que las del segundo grupo reivindican una feminidad totalmente libre de discursos románticos y/o sentimentales, centrada exclusivamente en el plano sexual. Acuña problematiza estos dos modelos: “por una parte, la versión más clásica puede conducir a situaciones de desequilibrio en la que las que la mujer ocuparía con frecuencia el lugar de quien tiene que complacer al otro para lograr que este acepte formalizar la relación, teniendo en cuenta que el amor romántico y la importancia de tener pareja sigue asociándose especialmente con las mujeres”, explica la autora, “mientras que la versión más liberal conlleva un refuerzo del discurso estereotípicamente masculino en torno a las relaciones heterosexuales, que perpetuaría la visión de las mujeres como objeto sexual bajo una falsa apariencia de igualdad”.

Estas reflexiones son precisamente las que plantea la investigadora como hipótesis de partida para futuras investigaciones, que también abordarán el estudio de las masculinidades juveniles: “para valorar el estado de las relaciones heterosexuales, desde el punto de vista de la igualdad, será fundamental que también se analice la evolución de la masculinidad heterosexual entre los jóvenes: hasta qué punto reproduce esas posturas estereotípicamente masculinas y/o incorpora valores tradicionalmente femeninos en este ámbito, como la importancia del afecto y los sentimientos”.

El estudio, que ha sido realizado a través de grabaciones de audio consentidas en situaciones naturales de comunicación, pone de manifiesto que las formas de construir la identidad de género pueden ser muy diferentes entre grupos de hablantes de una misma cultura que no presentan diferencias notables en cuanto a edad y a clase social. La investigación parte de las teorías sobre la construcción social de la realidad, que abordan el género como una categoría que establece unos modelos predominantes de feminidad y masculinidad en todas las sociedades, aunque con variaciones según el paso del tiempo y la cultura específica. Los individuos aprenden conscientemente o no estos modelos y pueden reproducirlos y reafirmarlos en sus interacciones cotidianas, pero también tienen la capacidad de desafiarlos y/o transformarlos. Este marco teórico, que comenzó a expandirse a partir de los años noventa, permitió superar las visiones binarias de feminidad y masculinidad que habían predominado hasta entonces en las investigaciones sobre Lengua y Género y que reproducían los estereotipos sociales en torno a las mujeres y los hombres.

 

Referencia bibliográfica: Acuña Ferreira, Virginia. Conversación juvenil e identidad de género: despliegues de feminidad heterosexual en grupos de jóvenes veinteañeras, en Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación, 69, 3-33. Doi: 10.5209/CLAC.55312

 

4 de diciembre-. Eva Ferreras