UNESCO, SDGs, Pigmalion y por qué 1+1>2
El efecto Pigmalion ve por encima de las limitaciones y de las restricciones que uno mismo se empeña en auto imponer.
La 39 Conferencia General de la Unesco se desarrolla con normalidad. En esta ocasión, la nueva directora general ha sido nominada, después de una elección entre los diversos candidatos que ha durado meses. Estados Unidos e Israel son parte de la conversación habitual dado que dejan (otra vez) la ONU y la UNESCO por desavenencias con el sector palestino y pro-palestino. Esto significa que el presupuesto, que también se aprueba estos días, se ha visto recortado considerablemente sin sus aportaciones, alrededor de un treinta por ciento del total. Un buen pellizco que obliga a reinventarse y a aplicar técnicas creativas para que las muchas y variadas actividades que desarrolla la UNESCO no se vean afectadas. Y esta reubicación de recursos pasa necesariamente por las colaboraciones externas, los socios y las alianzas. Los países miembros seguirán apoyando pero no únicamente a través de sus estados sino de las instituciones que forman las redes habituales de la UNESCO. Universidades, ONGs, cooperativas, corporaciones y otros colaboradores habituales deben dar un paso al frente y aportar con lo que cada uno pueda.
La UNESCO es un bien de todos, un bien necesario que combina ciencia, cultura y educación; un bien que nos recuerda que hay temas vitales y transversales que nos afectan a todos, representados por los objetivos de desarrollo sostenible (SDG, por sus siglas en inglés). Por supuesto que en tiempos de crisis podríamos prescindir de los tradicionalmente prescindibles, como educación, agua, acceso, igualdad, género, inmigración, investigación, sanidad, etc. La economía aparece entonces como el único penacho a ondear, el motor del crecimiento, la bolsa, los accionistas de las multi-global-trans-corporaciones. Pero esta es una visión errónea o, al menos, incompleta, tendente a parte interesada.
Siguiendo una pirámide de Maslow adaptada a los tiempos actuales, por supuesto que la provisión de básicos para la supervivencia biológica se situaría en los cimientos. La economía representa en este caso el motor para conseguir alimento, cobijo, defensa ante las amenazas y cualquier otro elemento que el imaginario popular pueda atribuir a las tribus más remotas (hoy en día, todavía) o prehistóricas. Pero no resultan menos importantes todos los asuntos previamente mencionados. Porque ellos representan un nivel de servicio necesario para el óptimo funcionamiento social, la cobertura imprescindible de cada persona y, sobre todo, la solución de futuro. Si únicamente nos centramos en los indicadores inmediatos y/o a macro-nivel, el día a día de la calle para el futuro de cada individuo y de su prole se verá hipotecado a la inmediatez, robándonos el sueño de un plan de progreso, de una proyección hacia nuestro mejor yo. El efecto Pigmalion tantas veces representado en la literatura y en el cine se aplica cada día en miles de colegios y centros de formación en la figura de ese profesor-padre-educador-terapeuta que ve por encima de las limitaciones y de las restricciones que uno mismo se empeña en auto imponer. Las SDG actúan como ese factor de intervención que obliga a caminar al accidentado, a aprobar las STEM al estudiante atascado o a entrenar algún kilómetro más al deportista agotado. Si por ellos fueran seguramente cada uno de estos casos se centraría en el resultado inmediato de su día a día y no se forzaría un paso más allá, porque a veces el día a día come todas las fuerzas y mina la visión a futuro. Las SDGs nos amplían esa inevitable e implacable cotidianidad.
Ahora que la UNESCO pasa por momentos de cambio, con un nuevo inicio, una nueva estructura, un nuevo presupuesto y unos retos sociales que no admiten demora, es hora de que los socios, esos sospechosos habituales que trabajamos con la institución compartiendo mucho de su visión y gran parte de su leit motiv, que nos aprovechamos de un planteamiento de conjunto para proyectar algunos de nuestros proyectos y mucha de nuestra ilusión, demos un paso al frente y apoyemos en la medida de cada uno. Como por el principio de la supersumatividad, donde la combinación de todos es mayor que la suma de las individualidades. Porque la fortaleza de la UNESCO no depende de un bloque monolítico sino de la capacidad, habilidad y energías de todos los que contribuimos a su funcionamiento, desde cualquier posición y cualquier institución.
Daniel Burgos, UNESCO Chair on eLearning
39 Conferencia General
UNESCO, París. 3 de noviembre de 2017
Aquí puedes ver el vídeo del 25 aniversario del Programa de Cátedras UNITWIN/UNESCO, parte 1
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