El ciberacoso dispara la hormona del estrés de las víctimas

26 de enero de 2017. Investigadores de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) han detectado evidencias que relacionan el ciberacoso con los niveles de estrés y ansiedad de víctimas y agresores. Según sus resultados, las víctimas en riesgo de convertirse en graves son las que sufren mayores niveles de estrés durante todo el día. En contraste, los ciberacosadores y aquellos que sólo observan presentan los niveles más bajos.


 La investigación ha detectado cambios fisiológicos que afectan directamente a la salud dependiendo del papel que adoptan los adolescentes en el ciberacoso, especialmente, en el caso de las víctimas. “La cibervictimización está significativamente relacionada con un alto perfil de secreción de cortisol, que a su vez también se relaciona estadísticamente con las medidas de estrés y ansiedad”, asegura Joaquín Manuel González-Cabrera, director del grupo de investigación Cyberbullying-OUT de UNIR.

20170125-Cyberbullying-Shutterstock

 Las víctimas puntuales, las que más sufren

 De la combinación de los resultados de los cuestionarios y del análisis de la cantidad de cortisol en saliva (que indica el nivel de estrés) se deduce que las cibervíctimas en riesgo son las que más sufren. “Creemos que al ser víctimas puntuales mantienen un nivel de alerta superior a aquellos adolescentes que son cibervíctimas graves, que, lamentablemente han llegado a un proceso de habituación al estrés”, afirma González-Cabrera en declaraciones a la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de UNIR.

Un estudio de la Universidad Internacional de La Rioja asocia el perfil de liberación de cortisol, u hormona del estrés, con el rol desempeñado en el ciberacoso.

 En la investigación participaron 371 alumnos de un colegio de Asturias entre los 11 y 18 años. Les evaluaron mediante un cuestionario en el que se les pregunta, por ejemplo, si han recibido alguna vez un mensaje ofensivo por el móvil o por Internet, o si lo han enviado. Después, se seleccionaron al azar seis clases (60 alumnos) para una prueba adicional que consistía en medir el perfil de liberación de cortisol a través de 5 muestras de su saliva tomadas durante todo el día.

 En la primera muestra un 5,4% de los adolescentes eran cibervíctimas, en la segunda muestra el porcentaje avanza hasta un 10%. Por su perfil psicológico, los investigadores los clasifican según estos papeles: cibervíctima en riesgo, cibervíctima grave, cibervíctima-agresor, ciberagresor y ciberobservador, principalmente.

 Situación de alerta desde que se levantan hasta que se acuestan

 La generación de cortisol funciona como un mecanismo natural que nos prepara para una situación estresante, en la que el individuo se siente en peligro. Los investigadores han utilizado tecnología basada en análisis de saliva para obtener datos.

Las cibervíctimas en riesgo de convertirse en graves son las que más estrés y ansiedad sufren.

 Los resultados apuntan a que desde el momento de despertarse, cada uno de estos roles tiene ya un perfil de liberación de cortisol diferenciado. Poco después de levantarse, a las 7 y media de la mañana, se dispara el nivel de cortisol en todos, pero son las víctimas las que alcanzan el nivel de 1,3 miligramos por decilitro, mientras que los ciberacosadores se mantienen en niveles por debajo de un miligramo.

 Los ciberacosadores y los observadores son los que menores niveles de estrés padecen. A partir de las 11 de la mañana las cibervíctimas en riesgo superan los niveles del resto de acosados, situación que permanece hasta las 9 de la noche, donde presentan la mayor diferenciación con los demás compañeros. Para los ciberacosadores la producción de cortisol se reduce al mínimo, sin embargo, las cibervíctimas en riesgo, alcanzan los 0,5 microgramos por decilitro.

 “El ejercicio mantenido de la violencia genera un efecto de costumbre en los agresores”, afirma González-Cabrera, es decir, ya no les genera ansiedad ejercer la violencia contra sus compañeros.

 Los observadores como clave para evitar acosos

 Según los investigadores la intervención sobre el ciberacoso pasa por una acción más directa sobre el colectivo de observadores para que tomen un papel activo en la denuncia de la conducta de sus compañeros. “Difícilmente se producirían muchas conductas de violencia si hay una actuación proactiva de los observadores en defensa de la víctima”, asegura González-Cabrera.

 Otra de las conclusiones del estudio es que la secreción de cortisol es más alta en el ciberacoso que en el acoso tradicional, probablemente “porque sus consecuencias se perciben como más perniciosas, ya que puede alcanzar una audiencia más amplia, es anónimo en muchos casos y ocurre en cualquier momento y lugar”.

 El estudio, llevado a cabo también con la colaboración de investigadores de la Universidad de Deusto y de la Universidad de Granada relaciona por primera vez la secreción de la hormona del estrés, cortisol, con el acoso en Internet. Ha sido publicado por la revista Computers in Human Behavior y se mantendrá temporalmente en abierto en este vínculo.

 Referencia bibliográfica:

González-Cabrera, J., Calvete, E., León-Mejía, A., Pérez-Sancho, C., & Peinado, J. M. (2017). Relationship between cyberbullying roles, cortisol secretion and psychological stress. Computers in Human Behavior, 70, 153-160.

 


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